domingo, 14 de diciembre de 2014


"Gestionar el cambio: sin piel no hay emociones"

El mundo del empaquetado de emociones virtuales "on line", contrasta con la necesidad de transformar las empresas basándose en los valores y la aplicación de la inteligencia emocional como claves del éxito para alcanzar el empoderamiento y corresponsabilidad de los profesionales. 
Probablemente, las emociones sean el punto de partida del pensamiento abstracto que ha permitido al ser humano evolucionar desde sus inicios. El pensamiento digital o binario (indefectiblemente, me viene a la cabeza TED_Ken Robinson) no permite por sí mismo "el cambio". 
En mi humilde opinión, Zygmunt Bauman es uno de los grandes pensadores con vida desde el siglo XX. Aunque parezca alejado, los albores de la gestión clínica tienen mucho que ver con sus teorías líquidas de una sociedad cambiante; por este motivo fue mencionado ya en el primer día clase... 




Durante los años 2008 y 2009 Zygmunt Bauman escribió varias cartas,


En una de ellas Bauman contrasta el mundo online con el que llama offline, el antes considerado mundo real, aquel en el que lo que prima es el contacto físico. En su opinión, la vida en el mundo online se asemeja mucho a la actividad del surfero. Supone tantas oportunidades de buscar, probar y olvidar, que la profundización en una “ventana” concreta es una rémora, una pérdida de tiempo. Concentrarse o detenerse en algo, implica perder oportunidades de seguir surfeando. 
Hace un par de años Chronicle of Higher Education  publicó un estudio sobre usos de mensajes de texto entre adolescentes americanos, en el que se encontraban casos de más de 3000 mensajes al mes. Posiblemente si se revisa el número de whasapp de cualquier adolescente la cifra sería superior. Mi hija de once años no quiere quedar con sus amigas porque ellas tienen BlackBerry y se pasan la tarde enviando mensajes. 
Bauman señala que tal volumen de actividad impide inevitablemente poder disponer de tiempo para poder estar “a solas consigo mismo”. Ese tiempo “de buzo” que antes tenía cualquier persona, incluido un niño, para pensar, imaginar, fantasear y aburrirse. En este contexto no deja  de ser ilusorio aspirar a que los surferos practiquen las viejas aficiones del buzo, aquellas antiguallas como leer un libro, pintar un cuadro o mirar por la ventana.
Aún cuando  esté con otros la ocupación predilecta del surfero es seguir navegando. Dedicar ese tiempo tan valioso a aprovechar la cercanía del otro para mirarle o hablarle, se convierte en un despilfarro, porque obliga a renunciar a otra oportunidades de interacción, por supuesto igual de superficiales. En opinión de Bauman, el mundo online hace posible y viable la multiplicación infinita de los contactos. Pero “lo logra mediante la mengua de la duración y en consecuencia el debilitamiento de los vínculos que propician y refuerzan la duración”. No es tan fácil en el mundo real utilizar las teclas de suprimir, desagregar o borrar. Porque el contacto físico implica fricción, malentendido, contradicción.